Antología áurea. Biografía sintética: Andrés Fernández de Andrada (c. 1575-1648)



El caso del capitán Andrés Fernández de Andrada es uno de los más misteriosos de los Siglos de Oro. Escribió fundamentalmente un solo poema, pero perfecto, inmarcesible, clásico. Nació en Sevilla, donde su padre, Pedro Fernández de Andrada, era al parecer amigo de Herrera y otros poetas. Andrés debió crecer en un ambiente culto y propicio a las letras. Como Garcilaso, Cetina o Aldana, se hizo militar y en 1596 estuvo en la defensa de Sanlúcar de Barrameda, amenazada por los ingleses. De esas fechas data una irónica carta, uno de los pocos documentos suyos que se conservan, en la que critica la torpe dirección militar de sus superiores. El capitán Fernández de Andrada tenía un amigo, Alonso Tello de Guzmán. Era una amistad a la antigua, como la de Orestes y Pílades. Para él escribió la “Epístola moral”, mientras Tello intentaba conseguir un puesto en la corte. Después, este fue nombrado corregidor en la Nueva España y su amigo lo siguió poco después. Aquí desempeñó cargos menores, como contador de bienes de difuntos. Don Alonso murió en 1623, lo que sin duda debió ser una pérdida irreparable para Fernández de Andrada, quien permaneció en la Nueva España. Sabemos que se instaló en Huehetoca, en el actual Estado de México, y que apadrinó a varios niños indígenas, muestra de esa virtud discreta que pondera en la “Epístola”. No se enriqueció en las Indias y él, autor de uno de los mayores poemas de los Siglos de Oro, murió en la oscuridad y hasta en cierta pobreza en 1648, sin que se sepa que haya vuelto a escribir poesía. Leyendo la “Epístola”, maestra del vivir, más de un lector ha sentido la misma aspiración moral: ojalá mi vida pueda algún día parecerse a esto.

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